
Hacer un proceso de crecimiento personal ha sido una de las experiencias más enriquecedoras que he vivido, y sigo viviendo. Porque el proceso de transformación es un viaje continuo, siempre abierto a nuevas posibilidades, aprendizajes y cambios. Es un camino hacia mi interior, que me ha permitido descubrir quién soy realmente y vivir de una manera más auténtica y plena. Si alguna vez te has sentido atrapado en la rutina o en bloqueos emocionales, quiero invitarte a reflexionar sobre cómo dar el paso hacia un proceso de crecimiento personal puede cambiar tu vida, tal y como lo hizo conmigo.
¿Por qué hacer un proceso de crecimiento personal?
1. Autoconocimiento profundo: Cuando decidí embarcarme en este proceso, lo primero que descubrí fue lo poco que sabía sobre mí misma. Empecé a comprender mis pensamientos, emociones y comportamientos, y me di cuenta de que había patrones que no me favorecían. Como dijo Carl Jung: «Quien mira afuera, sueña; quien mira adentro, despierta». Al mirarme hacia adentro, pude despertar a una nueva versión de mí misma, más consciente y libre.
2. Mejorar mis relaciones: A medida que fui conociéndome mejor, también pude entender mejor a los demás. Empecé a ser más consciente de cómo me relacionaba con los demás, de mis necesidades y mis emociones. Las relaciones se basan en la autenticidad y el respeto, y fue solo al comenzar a ser más auténtica conmigo misma que pude construir vínculos más sanos. Este proceso me permitió darme cuenta de que para tener relaciones saludables, primero debo ser saludable conmigo misma.
3. Gestionar mis emociones y el estrés: La vida moderna está llena de presiones, y en su momento, el estrés y las emociones desbordadas me afectaban más de lo que quería. Al hacer un proceso de crecimiento personal, aprendí a entender mis emociones y a gestionarlas de una manera más equilibrada. La terapia Gestalt, por ejemplo, me enseñó a estar presente en el momento, a ser consciente de lo que estaba sintiendo y a comprender mejor mi cuerpo y mente. Como terapeuta, también lo aplico con mis pacientes, ayudándoles a lograr un equilibrio emocional.
4. Empoderarme: Este proceso también me dio la oportunidad de tomar el control de mi vida. Dejé atrás lo que me limitaba y me enfoqué en lo que realmente quiero. Aprendí que nuestras elecciones definen nuestra realidad, como dijo Carl Gustav Jung: «No somos lo que nos ocurrió, sino lo que elegimos ser». Empecé a vivir con más claridad, sabiendo que yo tengo el poder de crear la vida que deseo.
El acompañamiento humanista: un apoyo fundamental
Emprender un proceso de crecimiento personal no tiene que ser un camino solitario. El acompañamiento de un terapeuta humanista, como el que yo ofrezco en mis sesiones, ha sido fundamental para mí y es algo que también recomiendo a quienes deciden empezar este viaje. La terapia humanista pone el énfasis en la persona, valorando tanto sus emociones como su cuerpo y su mente. Es un enfoque que respeta a cada individuo en su totalidad y ofrece un espacio seguro para explorar y transformar sus experiencias.
Recuerdo las palabras de Claudio Naranjo, quien decía: «El terapeuta no te dice qué hacer, sino que te acompaña para que encuentres tu propio camino». Eso es lo que trato de hacer con mis pacientes: ser una guía, un acompañante que, desde el respeto y la empatía, les ayuda a descubrir sus propias respuestas y a seguir su camino hacia el bienestar.
Beneficios de un acompañamiento en un proceso de crecimiento personal
• Claridad emocional: A lo largo de mi proceso y el de quienes acompaño, he visto cómo el acompañamiento terapéutico ayuda a identificar y comprender las emociones, lo que facilita tomar decisiones más saludables y asertivas.
• Transformación de creencias limitantes: Muchas veces nos encontramos atrapados por creencias que nos limitan. Yo misma tuve que confrontar esas creencias y transformarlas. Con la ayuda de la terapia, he aprendido a construir una visión más positiva y abierta de mis capacidades y del mundo.
• Desarrollo de habilidades para la vida: Aprendí a gestionar el estrés, a tomar decisiones conscientes y a tener relaciones más equilibradas. Estas habilidades no solo mejoraron mi bienestar, sino que también me dieron la confianza para lograr mis metas.
Conclusión: Tu viaje hacia el bienestar
Tomar la decisión de comenzar un proceso de crecimiento personal es un acto de valentía, pero también de amor propio. Al hacer este camino, he aprendido a vivir de una manera más plena, conectada con mi esencia y con los demás. El acompañamiento humanista ha sido una herramienta valiosa en mi proceso, y creo profundamente que puede serlo también en el tuyo.
Recuerdo una frase de Virginia Satir que me tocó profundamente: «La crisis es la mejor bendición que puede sucederle a las personas y a los países, porque la crisis trae progresos». A veces, lo que nos parece un obstáculo es en realidad la oportunidad de crecer y transformar nuestra vida. Si estás dispuesto a embarcarte en este viaje, te aseguro que el cambio que experimentes será uno de los más poderosos de tu vida. Y recuerda, el proceso de transformación no tiene un punto final; sigue abierto, siempre en expansión, porque siempre podemos aprender y crecer.
Artículo escrito por Anna Samsó, terapeuta y acompañante en procesos desde una mirada gestática. Conóceme más en annasamso.com